El distribuidor de libros, como un médico de urgencias, tiene una gran responsabilidad: salvar la vida de las almas caídas. Y si es descuidado y da una mala imagen de ISKCON al presentar los libros de Srila Prabhupada de una manera desfavorable y hostil, como un charlatán, es responsable por mala práctica y será reprobado. Debería ser evidente. Pero la distribución de libros pasó por una fase en la que, en nombre de la cantidad, se descuidó la calidad, tal como reflejaba el antiguo eslogan de ISKCON: «¡De una manera u otra, vende los libros!» Al sacrificar la calidad, no fue posible mantener la honestidad, la pureza y la cantidad de libros distribuidos.  

Los intentos por captar fondos y predicar de una forma encubierta resultaron en mala publicidad y tuvieron un impacto negativo en la opinión pública. Esto mostró que la cantidad siempre tiene que ir acompañada de buena calidad. Ese era el deseo y la instrucción de Srila Prabhupada. Buena calidad genera una cantidad verdadera: resultados consistentes que aumentan continuamente. En última instancia, la cantidad que se alcanzó con una mentalidad fruitiva y en la pasión agotó a los distribuidores de libros y al público, tal como explican estos relatos:

«A comienzos de los años 80, los devotos colectaban dinero vendiendo varios objetos (evidentemente considerados como sankirtana) y distribuyendo revistas gratuitas en su tiempo libre: la mayor cantidad posible en el menor tiempo posible. Uno de los devotos tuvo la idea de poner las revistas en los parabrisas de los autos en un centro comercial, y así fue como logró distribuir 1000 ejemplares en apenas una hora. Desafortunadamente, se puso a llover y el estacionamiento quedó lleno de fotos de Prabhupada y de Krishna cubiertas en barro y marcas de neumáticos». 

«¡De una manera u otra, vende los libros! y El fin justifica los medios eran nuestros gritos de guerra cuando salíamos cada día al encuentro de los karmis en la década de los 70, en el aeropuerto de Chicago. Esos eslóganes eran como concesiones para cualquier comportamiento que elegíamos en nombre del sankirtana. Se usaban para reemplazar todas las demás instrucciones y fueron muy mal interpretados. Pero nuestros esfuerzos tuvieron el notable efecto de que, al final del día, los libros acababan en contenedores de basura y otros lugares, abandonados por clientes insatisfechos y enojados. ¿Cómo sabíamos que nuestros clientes estaban insatisfechos y no apenas desinteresados? Ellos mismos nos lo dijeron. Pero éramos tan insensibles y moralistas que no se nos pasó por la cabeza cambiar la forma de hacer las cosas. «Qué pena, hermano. Compraste el libro y era una venta final». En muchas organizaciones de venta, el lema es: «El cliente siempre tiene la razón». Pero en nuestro caso, el lema era: «El distribuidor de libros siempre tiene la razón». Siempre y cuando se vendiera el libro, ¿a quién le importaba lo que pensaran los karmis ignorantes y pecadores? Cualquier otra consideración era sentimental. Los devotos eran implacables en vez de compasivos, y se les glorificaba por ello. Les daban apodos como «Tiburón», «Barracuda» y «Piraña» en honor a su proeza y su estilo de distribuir libros».

«Por supuesto, puede que alguien compre un libro y lo tire a la basura; pero otra persona lo encontrará, así que está todo bien, ¿no? Pero la gente que encuentra libros en la basura no era nuestro objetivo inicial. ¿Es correcto actuar de forma irresponsable, como si los primeros clientes no fueran nuestro objetivo? La verdad es que nuestra forma de distribuir libros irritaba a la gente, y si paramos de especular sobre lo que pasaba con los libros desechados, entendemos, admitimos y nos arrepentimos por las ofensas que cometimos en nombre de la distribución de libros». 

Si alguien predica y se comporta correctamente con los demás (Prabhupada dijo «animarlos a llevarse libros»), dejaremos una buena impresión en las personas. La buena impresión que deja un devoto es un recurso eterno y positivo. La impresión favorable de asociarse con un devoto hace que sea probable que una persona realice más servicio devocional en su vida, y que tome más fácilmente un libro en la próxima oportunidad. Lo hemos visto una y otra vez. Por otro lado, hemos sido testigos en numerosas ocasiones del trato irresponsable de un distribuidor de libros, y aunque el cliente podría haberse llevado el libro, acabó sintiéndose enojado y rechazó la oportunidad. El distribuidor de libros, del que se espera que sea un mensajero de luz y paz, se convierte en la razón de que una persona rechace la conciencia de Krishna, lo que probablemente le seguirá el resto de su vida. 

Tenemos que elegir qué meta queremos alcanzar antes de elegir los medios. La distribución de libros es el medio que sirve para alcanzar esa meta: volvernos conscientes de Krishna y ayudar a otros a lograr lo mismo. Es necesario examinarnos constantemente para ver si nuestra propagación de la conciencia de Krishna incluye o no una distribución sustancial de libros, y si nuestros puntajes reflejan suficiente conciencia de Krishna. Cantidad y calidad: si ambas se encuentran presentes, Srila Prabhupada estará muy satisfecho. Tenemos que ser conscientes de Krishna para divulgar la conciencia de Krishna. No hay un objetivo más elevado. 


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