Srila Prabhupada dijo: «¿Puedes citar este verso?».

Nos miramos uno al otro, y yo pensé: «Tamal Krishna Goswami citará el verso», pero Tamal Krishna Goswami pensó que yo lo haría. Ninguno de los dos conocíamos el verso.

Prabhupada dijo: «¿Lo ven? No están leyendo mis libros. Cada día tienen que leerlos, estudiarlos y aprenderlos, de la misma manera en que un abogado estudia los libros de leyes. Deben saberlo todo, capítulo y verso. Si no lo saben, ¿cómo serán capaces de predicar? Si no conocen mis libros, ¿cómo podrán enseñárselos a las personas? Cada día leo mis libros, ¿saben por qué?».

No nos atrevimos a responder.

Prabhupada dijo: «Cada día leo mis libros porque incluso yo mismo aprendo algo nuevo al leerlos. Estos no son mis libros. Yo no escribo estos libros».

Parecía como si algo místico se hubiera apoderado de él en aquel momento.

Él continuó: «Cada mañana, cuando me siento para escribir mis libros, Krishna viene personalmente y me dicta lo que he de escribir. Krishna me dicta lo que he de escribir. Por lo tanto, cuando los leo, aprendo algo».

Nos lo dijo de una forma tan dramática que sentimos el peso de sus palabras. Yo pensé: «Estoy hablando con una persona que habla con Dios, que está al lado de Dios. Yo solo soy una persona que está lejos de Dios. Pero él está muy cerca».

Yo sabía que, debido al estado de mi propia conciencia, me encontraba muy lejos. Pero debido a algún tipo de misericordia, al estar con Prabhupada me encontraba al lado de Dios. Era increíble.

 

Bhagavata Dasa
(Memories: Anecdotes about a Modern-day Saint)

Categorías: Historias

0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.