Era mayo de 1994. En los últimos años, había pasado por un problema de salud intermitente y ningún tratamiento convencional parecía ayudar. Un par de amigos devotos me sugirieron visitar a un discípulo de Srila Prabhupada recién llegado en el Reino Unido. Era un devoto maravilloso que, además de poseer otros talentos y cualidades devocionales, era un astrólogo Jyotish muy bueno. Decidí consultarle para ver otros puntos de vista y, quizás, lograr nuevas ideas para encontrar un remedio o tratamiento.

En aquel entonces, yo un brahmacari joven, y estaba muy animado por conocer a un discípulo de Srila Prabhupada americano y a un astrólogo. En aquella época, no era común tomarse días libres en el servicio de distribución de libros: ¡tenías que estar prácticamente al borde de la muerte para no salir! Era el humor de aquellos tiempos. Así pues, coloqué algunas cajas de libros en la camioneta y emprendí mi camino. Después de una hora de viaje y un agradable encuentro con el devoto astrólogo, decidí sacar provecho a la situación y, en lugar de ir hasta otro pueblo, tomé los libros de mi auto y comencé a ofrecerlos a las personas. La gente era amable y receptiva, pero el lugar era demasiado tranquilo. 

Comencé a orar al Señor Nityananda como era mi costumbre en situaciones así, en las que pueden ocurrir milagros si nos situamos en nuestra posición de siervos. A fin de cuentas, es el yuga-dharma, así que es posible que ocurran milagros, aunque yo sea el necio más caído. Tal vez las calles se llenen repentinamente o una persona decida llevarse 100 libros de una vez. ¿Por qué no?

«Mi querido Señor Nityananda», oré, «estoy aquí, los libros están aquí. Por favor, permite que algo maravilloso suceda. Para Ti no es difícil enviar a alguien o crear una situación increíble y misericordiosa». Continué orando y un par de personas se acercaron para llevarse uno o dos libros, y continué esperando por una misericordia mayor. 

De repente, vi a un joven acercándose, cargando unas hojas de papel. 

—Con permiso, con permiso.

—Hola, ¿cómo estás?

—¿Esos son los libros de A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada?

Perplejo con su pregunta, tardé un par de segundos en responderle:

—Eh… sí, sí. 

—Estoy viviendo en el sur de Francia por cuestiones de trabajo, y he venido de visita a Inglaterra por un par de días. Acabo de llegar a este pueblo, al que no he venido antes en mi vida. He visitado cada librería en busca de estos libros, pero nadie había oído hablar de ellos.

Me mostró la lista: ¡todos los libros eran de Srila Prabhupada!

—¿Tienes alguno?

—¡Sí! Tengo algunos conmigo y puedo conseguirte el resto más tarde, si quieres.

Me contó que había recibido la biografía de Srila Prabhupada un año atrás en un aeropuerto de Estados Unidos, pero solo había logrado leerla recientemente. Se llevó varios libros y un par de días más tarde vino al festival de domingo para comprar las colecciones del Srimad-Bhagavatam y el Sri Chaitanya-charitamrita. Él fue un milagro del Señor Nityananda y yo tuve la fortuna de ser parte de ello.

Su servidor,

Sri Hari Dasa

Reino Unido

Categorías: Historias

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