Un día, mientras distribuía libros de Srila Prabhupada en una pequeña ciudad de Bélgica, me encontré con una señora que se mostró muy afectada cuando le enseñé un libro. Me dijo que no lo necesitaba porque acababa de comprarse unas pastillas en la farmacia (me las enseñó) y que se marchaba a casa para tragárselas todas de golpe y así acabar de una vez con su vida.

Sorprendida, le pregunté por qué. Me dijo que su marido había muerto y que no podía vivir sin él. Le hablé de la reencarnación, y le expliqué que el suicidio no resolvería su problema. Le dije que ese conocimiento está en los libros de Srila Prabhupada y que serían para ella de gran ayuda, un verdadero refugio.

Decidió leerse el libro antes de tomar las pastillas y me pidió que la acompañase a casa para poder pagarme el libro. Nos sentamos a hablar. Me enseñó fotografías de su marido y, para mi sorpresa, vi que había muchas fotos en las que ella y su marido estaban de visita en Radhadesh [el centro Hare Krishna más importante de Bélgica] en una ceremonia de matrimonio.

Le dije: «¡Pero si ahí es donde yo vivo! Y la muchacha que se está casando es una amiga mía, que ahora mismo está conmigo en la ciudad».

Fui en busca de mi amiga devota. En el curso de la conversación, su entusiasmo fue creciendo, hasta que nos compró los cinco libros que habíamos traído. Nos prometió tirar las pastillas, leer los libros a fondo y mantenerse en contacto con los devotos.

Mantuvo su promesa. Ahora visita el templo con frecuencia y su casa está abierta para toda devota que quiera pasar allí la noche o utilizarla como base para distribuir libros.

 

Su servidora,

Haraprana Devi Dasi
Bélgica

Categorías: Historias

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