Recientemente estábamos distribuyendo libros en Toijala, Finlandia. Hacía un poco de frío, y también estaba siendo un día un poco duro, ya que era difícil abordar a casi todas las personas. Decidimos parar de distribuir libros a las 6 pm.
Justo antes, me encontré a un hombre delante de una tienda.
El hombre exclamó: “¡Un monje de verdad! Siempre me ha interesado el budismo”.
Le mostré el Primer Canto del Srimad-Bhagavatam y le dije que estos libros trataban sobre el vaishnavismo, parecido al hinduismo, y que teníamos otros libros que hablaban un poco acerca del budismo.
“¡Genial! El único problema es que realmente no tengo dinero. Sólo he venido a acompañar a mi madre”, dijo.
Pensé para mis adentros: “¡Qué mala suerte! La única persona que se ha mostrado interesada en todo el día, justo aparece en el último momento y no tiene dinero”. Intenté convencerle para que entrara a la tienda y le pidiera dinero a su madre, pero él no quiso.
Me puse a orar mentalmente, y justo cuando estaba a punto de rendirme y despedirme de él, exclamó: “Ahí está Simon, mi vecino. Voy a preguntarle si lleva dinero encima”.
El vecino le prestó dinero, y así pudo llevarse La ciencia de la autorrealización y el Primer Canto del Srimad-Bhagavatam.
Otro día, estábamos distribuyendo libros en un pueblo llamado Riihimski. Hacía más frío todavía, y me había encontrado con personas bastante corrientes durante todo el día. Entre todas las personas, conocí a una señora que parecía ser la más corriente. Vivía con cinco catos y trabajaba como señora de la limpieza en un centro de natación.
Me sentí un poco frustrado, pero aun así le pregunté: “¿Alguna vez has oído hablar de la ley del karma?”.
Ella respondió: “Por supuesto. Me interesan mucho esos temas. En realidad, he leído todos los libros en la sección de parapsicología de la biblioteca”.
Me quedé impactado. Parecía una persona muy corriente.
Ella continuó hablando: “Yo creo en los ángeles. Cada día, cuando salgo de casa, le pido a mi ángel de la guardia que me proteja”.
Se llevó Las enseñanzas de la reina Kunti y el Segundo Canto del Srimad-Bhagavatam.
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Su servidor,
Avadhutacandra Dasa
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