“¡Haribol, Nani!”, saludo a mi abuela mientras entro en su casa. Incapaz de levantarse para recibirme, alza sus brazos para recibirme con un cálido abrazo. Aunque su rostro esté lleno de arrugas por el paso del tiempo y le duela el cuerpo debido a la edad, la sonrisa radiante y el humor amoroso revelan su belleza interior. Mi abuelo de ochenta y cinco años, tumbado en una cama próxima, también sufre el cruel destino de la vejez.
Lo saludo y le digo: “Nana, vine a hacer kirtana y a leer sobre Krishna”.
Ellos esperan ansiosos el momento en el que pueden escuchar sobre y recordar las glorias del Señor Krishna juntos.
Nani sostiene el volumen del Srimad-Bhagavatam con las páginas gastadas por el tiempo y arrugadas por su uso diario.
Yo me pregunto: ¿Cómo habrá podido leer Nani este libro sagrado de 18 volúmenes varias veces durante los últimos veinte años?
Entonces, como de costumbre, empieza a hablar sobre el asunto que está leyendo, sin dejar pasar ni un detalle. Su rostro se ilumina, su voz fuerte aumenta como el de una joven, y sus ojos se llenan de lágrimas. Saborea con mucho placer las glorias del Señor. El Srimad-Bhagavatam es su libro favorito y con las personas con quien habla siempre acaban escuchando acerca de los temas de esta literatura espiritual.
“El Srimad-Bhagavatam es la esencia de todas las Escrituras védicas, y se le considera el fruto maduro del árbol que cumple los de deseos del conocimiento védico. Ahora es aún más dulce, porque emana de la boca de Sukadeva Gosvami. Vosotros que sois reflexivos y saboreáis las melosidades, debéis tratar siempre de saborear este fruto maduro. ¡Oh, devotos reflexivos!, mientras no estéis absortos en la bienaventuranza trascendental, debéis continuar saboreando este Srimad-Bhagavatam, y cuando estéis plenamente absortos en la bienaventuranza, debéis seguir saboreando sus melosidades para siempre.” (Srimad-Bhagavatam 1.1.3, traducido del Caitanya-caritamrta, Madhya 25.151)
Mientras Nani lee, Nana y yo escuchamos con suma atención. Yo vine para ayudarlos a que recuerden al Señor y escuchen Sus glorias, pero en realidad soy yo la que se beneficia con su compañía. A pesar de su avanzada edad, Nani recuerda las Escrituras y los versos que su madre le enseñó en su infancia. El Señor Krishna asegura: “Pero a aquellos que siempre Me adoran con una devoción exclusiva, meditando en Mi forma trascendental, Yo les llevo lo que les falta y les preservo lo que tienen”. (Bhagavad-gita 9.22)
Después cambiamos de libro y seguimos con el Caitanya-caritamrta, la Escritura que describe los pasatiempos de Sri Caitanya Mahaprabhu, que es el propio Señor Krishna disfrazado de devoto. Leemos sobre el Señor Caitanya liberando a Amogha, el yerno de su querido devoto Sarvabhauma Bhattacarya. Amogha había blasfemado a Caitanya Mahaprabhu, y a pesar de su grave ofensa el Señor lo perdonó y le bendijo con amor por Krishna. Nos conmovemos con las relaciones compasivas y benevolentes del Señor Caitanya y Su voluntad de otorgar de manera libre aquello que es muy difícil de obtenerse.
La historia de Nani
Después de haber leído, Nani me cuenta que ella no sabía mucho acerca de Caitanya Mahaprabhu hasta leer la traducción de Srila Prabhupada con el comentario del Caitanya-caritamrta y conocer los devotos de ISKCON. Sus abuelos se habían ido de India en los años 80 en busca de mejores oportunidades y un futuro mejor, y habían sido contratados como trabajadores en Sudáfrica. Pero sus sueños se vieron frustrados cuando se dieron cuenta de que habían abandonado su tierra natal por largas horas de trabajo torturadoras y condiciones de pobreza similares a las de la India. Con el paso de los años, aunque mantuvieron su cultura y tradiciones, fueron perdiendo gradualmente la herencia espiritual y la riqueza que habían heredado de India. Nani recuerda a su abuelo vestido con dhoti, caminando descalzo y cantando los santos nombres del Señor en cuentas. Ella se acuerda de su madre con cariño, que se casó a los 13 años y tuvo 13 hijos. Vivían en una comunidad rural simple y la familia tuvo una vida difícil, luchando contra los elementos agresivos. Aún así, aquellos tiempos eran los más felices para Nani, que recuerda cómo cargaba potes enormes de agua del río sobre su cabeza, cubría el suelo de su humilde hogar con estiércol de vaca y hacía rodajas de excremento de vaca y fuego para cocinar la comida.
La madre de Nani le enseñó las Escrituras, y juntas leían hasta la madrugada. La familia se reunía cada noche para escuchar el Ramayana o el Bhagavad-gita y celebraba el Krishna Janmastami y otros festivales santos. En aquella época la vida era muy diferente, libre de las influencias negativas de la tecnología y la competición desenfrenada del así llamado progreso humano. Aunque Nani no recibió mucha educación, su amor por la lectura fue la fuerza que la guió en su camino de regreso a Dios.
Las cosas empezaron a tomar otro rumbo cuano Nani se casó con una familia cuyas prácticas religiosas eran diferentes a las suyas. La familia de Nana seguía las enseñanzas de una organización Mayavadi (impersonalista), cuyas prácticas involucraban sacrificios de fuego y cantar el om. Ellos no adoraban el aspecto personal de Dios como lo hacía la familia de Nani, y mientras yo crecía, nunca vi cuadros de Krishna, Rama u otra forma personal de Dios en su casa. Aún así, la religión era la base de sus vidas. Aunque Nani no se olvidó nunca de lo que le enseñó su madre, siguió obedientemente las prácticas e ideales de su nueva familia.
Mi búsqueda por Dios
En mi infancia prácticamente devoraba los libros, al igual que Nani, y tal vez la atmósfera espiritual que me rodeaba y la sed de saber más acerca de Dios me llevaron a leer libros espirituales, esperando obtener respuestas sobre el significado y el propósito de la vida. Al contrario que en la casa de Nani, en nuestro altar había una bella murti de Krishna y mi atracción por Él superaba todo lo demás. Yo quería saber más sobre Él. En mi corazón yo sabía que Él era el Señor Supremo, y por eso yo dirigía mis oraciones y pensamientos a Él.
“Oh, Señor”, oraba, “por favor, guíame hasta las personas que Te adoran como el Supremo y cuyas vidas se centran en Ti”.
Durante muchos años de mi juventud leí volúmenes de literatura de diferentes líderes espirituales y gurus de diversos credos. Me uní a varias organizaciones religiosas y estudié y seguí sus prácticas y enseñanzas. Pero no me sentía totalmente satisfecha. Entonces, cuando me acerqué a un grupo que sólo adoraba a Krishna, pensé que mis oraciones finalmente habían sido respondidas. Estudié bajo su guía y, con avidez y fe, aprendí a recitar el Bhagavad-gita y otras E escrituras de memoria. Sin embargo, después de estar algunos años con este grupo muchas de mis preguntas seguían sin hallar su respuesta.
Y así los vi un día en la biblioteca de mi escuela. De un extremo al otro de la estantería, brillando en negro y dorado, había un conjunto de libros que jamás había visto. Me cautivaron y comencé a leer sus páginas:Srimad-Bhagavatam, con traducción y significados de Su Divina Gracia A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada. Durante las horas del almuerzo iba a leerlos. Estaba impresionada, pues nunca había leído algo con semejante claridad, profundidad o sabiduría. Era toda una enciclopedia sobre la ciencia de Dios. No sólo explicaba quien era Dios, si no que explicaba todos los aspectos de Su naturaleza, forma, cualidades, creación, devotos, pasatiempos y así por delante con todo detalle. Pero lo que más me atrajo fueron los significados de Srila Prabhupada, en los que él explicaba la esencia de los versos en un lenguaje muy simple, pero con una comprensión y realización profundos que penetraron mi corazón. Me sumergí más y más en la lectura de esos libros divinos, hasta que estuve convencida de que aquello era lo que había estado buscando.
“El Señor Supremo se encuentra en el corazón de todos, ¡oh, Arjuna!, y está dirigiendo los movimientos de todas las entidades vivientes, que están sentadas como si estuvieran en una máquina hecha de energía material”. (Gita 18.61)
En mi búsqueda por la Verdad Absoluta habían aparecido diferentes doctrinas, diferentes pensamientos, ideas y mensajes que tenían buena intención pero eran vagos o incompletos. Pero ahora, una comprensión mucho más minuciosa comenzó a reemplazar mis visiones e ideas previas sobre Dios. En vez de ser sólo una luz impersonal o energía divina, aprendí sobre Sus características superiores como la persona espiritual más atractiva. En vez de que el alma alcanzara moksa fundiéndose en Su existencia, entendí la individualidad única del alma y su relación con el Alma Suprema, la Personalidad de Dios, Sri Krishna. En vez de ver a Dios como una persona a la que obedecer temerosamente, vi claramente que era una persona verdaderamente amorosa, con atributos personales divinos y que nuestra posición constitucional era volvernos Sus amantes.
En vez de volverme una con el universo, o con la “Mente Cósmica”, aprendí que Krishna es la fuente y el controlador del universo y que a través de Sus agentes está lidiando con los innumerables universos. Además, podemos volver a nuestra morada espiritual y relacionarnos de forma bienaventurada con Él como Sus sirvientes, amigos, padres o amantes. En vez de ejecutar métodos difíciles de meditación y penitencia para alcanzar la paz mental y la armonía con los demás, aprendí que el simple proceso de cantar los nombres de Dios, el recomendado para esta era, limpia el corazón del polvo de millones de años de vidas y se revive el amor por el Señor. No solo nos volvemos pacíficos, si no que al revivir nuestro amor por Dios nuestro amor por los demás también se manifiesta de forma natural.
En vez de acercarme a Dios por motivos materiales, me enseñaron a aproximarme a Él sin desear ganancias materiales egoístas. En vez de pensar en Dios sólo durante la oración, meditación o rituales, entendí que el hecho de pensar siempre en Él podía impregnar toda mi existencia. En vez de rechazar o renunciar a cosas materiales, descubrí que las posesiones materiales, incluso mi cuerpo, mente, talentos y papel en la familia y en la sociedad, se destinan al servicio a Krishna. Entonces, en conciencia de Krishna puedo hacer de Krishna el centro de mi vida de modo más notable.
La lista de instrucciones valiosas y verdades que Srila Prabhupada reveló en sus libros es interminable.
Por primera vez, leí acerca de las misericordiosas encarnaciones de Dios como Caitanya Mahaprabhu y el Señor Jagannatha. Aprendí que los semidioses no son iguales a Dios, si no Sus sirvientes empoderados y dependientes. Entendí que el Bhagavad-gita no es una metáfora. El Gita y otras escrituras védicas relatan eventos históricos y transmiten el mensaje de Dios. Sin embargo, las Escrituras pueden ser potentes tan sólo si las entrega un mensajero autorizado de Dios. Srila Prabhupada fue esa persona. Él presentó las enseñanzas de las Escrituras sin interpretaciones ni alteraciones. Siendo un maestro espiritual genuino, presentó la ciencia del amor a Dios como un representante moderno de una línea de profesores espirituales que se remonta a Caitanya Mahaprabhu y el Señor Krishna. De esta forma, sus libros influenciaron significativamente miles de vidas en todo el mundo. Y cuando conocí a los seguidores de Srila Prabhupada y los discípulos que distribuían sus libros, me sentí cautivada por el modo en el que practicaban sus enseñanzas.
Vidas transformadas
Un día, Nani me acompañó por primera vez al magnífico templo de Radha-Radhanatha de ISKCON en Durban. En cuanto entró, escuchó el verso en sánscrito que le había enseñado su madre y que glorifica a los devotos de Krishna:
vancha-kalpatarubhyas ca
krpa-sindhubhya eva ca
patitanam pavanebhyo
vaisnavebhyo namo namah
“Ofrezco respetuosas reverencias a todos los devotos vaishnavas del Señor. Son como árboles de deseos que pueden satisfacer los deseos de todos, y están llenos de compasión por las caídas almas condicionadas”.
Ella percibió inmediatamente que el Señor la había traído de vuelta al caminó del bhakti, o devoción a Él.
“En este esfuerzo no hay pérdida ni disminución alguna, y un pequeño adelanto en esta senda puede protegerlo a uno del peligro más temible de todos”. (Gita 2.40)
En su significado a este verso, Srila Prabhupada explica: “La actividad con conciencia de Krishna, o el actuar en beneficio de Krishna sin esperar complacer los sentidos, constituye la máxima cualidad trascendental del trabajo. Ni siquiera un modesto comienzo de dicha actividad encuentra impedimento alguno, ni puede ese modesto comienzo perderse en ninguna etapa. Cualquier obra que se comienza en el plano material tiene que ser completada, pues, de lo contrario, todo el asunto se vuelve un fracaso. Pero, cualquier obra que se comienza en el proceso de conciencia de Krishna tiene un efecto permanente, aunque no se complete”.
Nani continuó leyendo los libros de Srila Prabhupada ávidamente a pesar del dolor que sentía en su cuerpo enfermo.
“¡Nadie escribe como Srila Prabhupada!”, me dijo. “Sus palabras son sublimes y me dan mucha fuerza”.
Los libros y enseñanzas de Srila Prabhupada transformaron las vidas de Nani y Nana, y de esa forma sustituyeron sus prácticas mayavadis anteriores de impersonalismo y nihilismo por una vida explosiva de sabor y alegría en el servicio divino a Krishna. Nani continuó a partir del punto en el que lo había dejado en su infancia. Nana comprendió que su piedad y adhesión a la rectitud no lo salvarían de los efectos del karma y del repetido sufrimiento del nacimiento, enfermedad, vejez y muerte. Y así fue como ambos sirvieron en la misión de Srila Prabhupada, cocinando para miles de personas durante los grandes festivales y para el programa de Food for Life en ISKCON. Ellos sabían que era mejor ocuparse en servicio devocional que en actividades piadosas mundanas. Y ahora, al final de sus vidas, se dedicaban a escuchar y cantar sobre el Señor. Srila Prabhupada los reconectó con su herencia espiritual, que sus ancestros habían dejado atrás en India. De la misma forma, él satisfizo mi búsqueda espiritual dándome más de lo que podía esperar. Rescató incontables almas perdidas en actividades pecaminosas y estilos de vida degradados y las situó en vidas puras de amor y felicidad espirituales.
Srila Prabhupada cumplió la orden de su maestro espiritual de imprimir textos védicos antiguos en inglés y llevar su mensaje de Krishna al mundo occidental. Y de esta manera él provocó una revolución espiritual al revelar la Verdad Absoluta en toda su gloria. Sus libros atraen a cualquier persona de cualquier edad, raza, cultura o designación sectaria, porque apelan a nuestra naturaleza espiritual pura de sirvientes de Dios.
Mi hijo de diez años de edad, Arjuna, también devora los libros. Además de tener libros ficticios de aventura sobre súper héroes y caballeros, también lee los libros de Srila Prabhupada. Por suerte éstos están disponibles de manera fácil para él. Mientras leía el Srila Prabhupada-lilamrita, la biografía de Prabhupada, me preguntó: “¿Sabías que cuando Prabhupada nació un astrólogo predijo que a los setenta años cruzaría el océano y daría a conocer a Krishna en todo el mundo? Él abrió 108 templos y viajó alrededor del planeta doce veces. Tuvo dos ataques cardíacos en el barco que lo llevaba a América. Él pasó por muchas cosas para hacer que las personas se volvieran concientes de Krishna. Escribió muchos libros e hizo muchas cosas en su vejez para propagar la conciencia de Krishna. ¿Cómo fue posible? ¿Por qué lo hizo?”.
Me quedé pensando durante un tiempo, sin entender completamente la grandeza inconcebible de Srila Prabhupada.
“Él es un sirviente puro empoderado por Krishna,” le dije, “y su amor y compasión por nosotros hizo que él pudiera hacer tantas cosas”.
“¡Uau!,” exlamó Arjuna. “Ahora tengo que leer los libros de Prabhupada. ¡No quiero que todo ese tiempo que dedicó a escribir sea en vano!”.
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