Iba de viaje a la India, y a mi lado iba sentada una señora que era profesora de yoga. Estaba yendo a la India para formarse con Iyengar. Se trataba de una profesora de yoga responsable, pues Iyengar es un yoga serio.
Pues bien, era una persona muy sensata, no solamente en términos generales, sino que también era reflexiva y seria. Tuvimos una interesante charla sobre asuntos espirituales, sin embargo no le mencioné directamente que pertenecía al Movimiento Hare Krishna, pues sólo estábamos hablando.
De pronto me preguntó: “Entonces, ¿a qué se dedica usted?”
Y le expliqué: “Pues mire, soy miembro del Movimiento Hare Krishna”.
“¡Oh, no! ¿Hare Krishna? ¡Oh, no!”.
No pude evitar preguntarle: “¿Tuvo alguna mala experiencia con los Hare Krishnas?”
Y me respondió: “Me engañaron de mala manera. Mire usted, tengo un problema. ¡Soy incapaz de decir que no!”.
Traten de imaginar la situación: ¡un devoto de sankirtan que conoce a una señora incapaz de decir que no! Se llevó la colección completa, toda, todos los libros pequeños y lo que le ofrecieron. No sé lo que pagaría, pero seguramente pagó un montón. Y cuando su marido volvió a casa, ¡se armó el drama!
Se gastó un montón de dinero en aquellos libros y allí estaban, eran como el chiste de la familia. Siempre que la familia se reúne, alguien hace algún comentario jocoso sobre sus libros: “¡Oh, fíjate! ¡Todavía están ahí!”.
Tampoco puede tirarlos, porque se gastó un montón de dinero. Los libros son el testigo presencial de su estupidez, ¡de cómo la engañaron! Y esa fue la historia que me contó mientras estábamos en el avión. Cuando terminó, le pregunté: “Bueno, ¿y cómo está tan segura de que la engañaron? ¿Los ha leído?”
“Pues no, la verdad es que no, nunca he leído los libros”.
“¿Y por qué no los lee? A lo mejor valen la pena. Si los lee y los encuentra interesantes, puede decirle a sus familiares: “Pues mira, lo cierto es que no me engañaron, son libros muy buenos, buenos de verdad”.
A lo que respondió: “¡Suena fantástico! ¡Voy a leerlos!”
A veces, una simple conversación con alguien puede provocar todo un cambio, y ¡eso también es dar!.
Akruranatha Dasa añade:
Esto me recuerda el cuento popular inglés: “Juan y las habichuelas mágicas”. La madre del joven Juan, acuciada por la pobreza, envía a su hijo al mercado a vender la única vaca lechera de la familia. Sin embargo, un vendedor charlatán convence a Juan para que le venda la vaca a cambio de unas “habichuelas mágicas”. La madre, creyendo que Juan fue víctima de un timo, tira las habichuelas por la ventana.
Durante la noche éstas germinan y por la mañana ven una planta gigantesca que cruza las nubes, hasta llegar a un castillo mágico donde Juan encuentra la fortuna.
Quizá los libros que esta joven señora fue incapaz de rechazar le permitan nutrir una gigantesca planta debhakti que perfore el espacio y la conduzca hasta un mundo de magia y plenitud espiritual más allá de los sueños más disparatados de su familia.
Por Kadamba Kanana Swami
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