Cuando llegué a Katmandú, Nepal, me encontré con la sorpresa de que había que pagar una visa de entrada. Me volví hacia la pareja de jóvenes que estaban a mi lado y les pregunté cuanto había que pagar. Uno de ellos me respondió: “Son 25 dólares si estás menos de diez días, más si quieres quedarte más tiempo”.

“Bien, gracias”.

Dos días más tarde, estaba distribuyendo libros en Katmandú cerca del lugar donde los devotos del templo estaban haciendo harinama.

Al acercarme a la gente vi un par de caras familiares: los dos jóvenes que conocí en el aeropuerto. Nos dimos la mano contentos de encontrarnos de nuevo. Les enseñé un Bhagavad-gita. Se mostraron interesados pero me dijeron que les era imposible tomarlo debido al tamaño. Pronto saldrían hacia Nueva Delhi, y desde allí regresarían a Noruega en bicicleta. No tenían espacio para un libro de ese tamaño.

¡Me dejó impresionado que hubieran decidido hacer un trayecto tan largo en bicicleta!

Entonces les dije: “Está bien, tenemos un libro más compacto que cabrá en vuestras mochilas, de ese modo tendréis a mano un poco de iluminación mientras hacéis un trayecto tan largo a través de tantos países”. Tomaron contentos el librito y dieron un buen donativo. Esto les permitirá empezar un trayecto mucho más importante: el trayecto de regreso al hogar, de vuelta a Dios.

 

Vuestro sirviente,
Vijaya das

Categorías: Historias

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