Mientras distribuía libros en el paseo marítimo de Santa Monica, en California del Sur, me acerqué a un hombre y sus tres hijos (trillizos, de ocho años).
Cuando le ofrecí el libro al señor, me dijo: “No te voy a dar ningún dinero”.
Le dije: “Está bien. Sólo voy a enseñaros el libro”.
Mientras les mostraba a los niños la ilustración de los cambios en el cuerpo, les pregunté: “¿Dónde estaríais vosotros?”.
Los tres señalaron diferentes lugares en los que creían que estaban.
Entonces les enseñé la imagen de las tres modalidades de la naturaleza, donde aparecen unos trabajadores sujetos a unas cuerdas, y les pregunté: “¿Estáis en la modalidad de la bondad, la pasión o la ignorancia?”.
Los tres dijeron: “Ignorancia”.
El padre se rio. Entonces les enseñé la imagen de Narada Muni instruyendo a Vyasadeva en los Himalayas.
“¿Habéis estado en los Himalayas?”, pregunté a los niños.
“No”, respondió uno de ellos. “Pero cuando mi padre tenga un avión privado iremos”.
Todos se rieron.
Entonces le padre dijo: “Qué interesante, ¿cuánto pides por estos libros?”.
Dio una buena donación y se llevó los libros, aunque al principio se había negado rotundamente.
Srila Prabhupada era brillante en todo lo que hacía, especialmente en sus libros. Quería que hubiera ilustraciones en todos sus libros, especialmente si la imagen contenía un mensaje. No cabe duda de que hay muchas formas de distribuir libros, pero me imagino que Prabhupada quiso incluir imágenes por una razón: para que las personas se sintieran atraídas a ellas, y por tanto, a Krishna. Por eso siempre muestro las ilustraciones.
Su servidor,
Vijaya das
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