Mientras distribuía libros en la Universidad de Santa Monica, vi que un mendigo de aspecto desaliñado se acercaba a la mesa. «Oh, no, por favor, que no venga aquí», pensé. Pero él vino y se quedó de pie delante de la mesa, mirando los libros. No hacía falta mirarle para notar su presencia: ¡su olor era suficiente!
Entonces me miró y me preguntó: «¿Tienes el Srimad-Bhagavatam?»
No podía creerlo. «Eh… Sí, lo tengo».
Se lo entregué y él lo revisó. Entonces dijo: «Tengo el Bhagavad-gita. ¡Es un libro excelente! Ahora quiero leer el Srimad-Bhagavatam. Bhaktivedanta Swami lo menciona muchas veces en sus significados. ¿Cuánto pides por él?»
Avergonzado, le dije: «Lo que quieras donar».
Él dio una buena donación y se fue con su Srimad-Bhagavatam.
¿Cuándo aprenderé a no juzgar un libro por su cubierta? Especialmente después de haber escuchado tantas historias de personas indigentes que resultaron ser agradables y se llevaron libros y dieron donaciones.
Su servidor,
Vijaya Dasa
Ministro de Sankirtana en ISKCON
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