Me encuentro nuevamente aquí, en el Gran Cañón, para una “Sankirtana Party” más. Como siempre, me siento maravillado por el tipo de personas que se llevan los libros: generalmente los más improbables. Parece que este es un lugar especial para practicar la lección de que “no se debe juzgar a un libro por su tapa”. Y también para practicar la paciencia, sabiendo que aquello que ocurre durante horas termina en algún momento, y que apenas una hora puede hacer que el día entero haya valido la pena. El Gran Cañón es un lugar de extremos: en un momento todo está calmo, y en el próximo un viento de 60 mph se lleva todo lo que encuentra por delante. Ocurre lo mismo en la prédica.

También es un intervalo agradable del cinturón de campus universitarios, conociendo a personas que poseen cierta madurez y experiencia en la “escuela de la vida”. Citando a H. D. Thoreau, “Casi todas las personas viven la vida en una silenciosa desesperación”. Y al volverse viejos, aunque estén más desesperados, también se vuelven más calmos (tamas). Por lo tanto, a veces les cuesta un poco romper su complacencia. Un ejemplo: ayer, cuando ya me encontraba en el estacionamiento a punto de irme, una persona se me acercó ansiosa preguntándome si todavía me quedaba algún Gita. Y esta mañana, mientras cargaba mi ropa limpia, una persona llegó en una camioneta y me pidió “God & Science” antes de partir en su viaje de regreso a Texas.

Este y otros tantos casos similares me hacen sentir que estoy haciendo lo correcto en el lugar adecuado.

 

Ganapati Swami

Categorías: Historias

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