Estábamos en la Universidad Ohio State, en un pueblo llamado Bowling Green. El campus es muy bonito, parece un parque, y es un placer pasear por él y distribuir los libros de Srila Prabhupada.

Era temprano en la mañana y ya habían comenzado las clases. El ambiente todavía era pacífico y calmo. Llevaba en el campus una media hora y había caminado bastante. Entonces vi a un joven con pelo largo y rizado. Su camiseta verde decía: “And”. Era gracioso ver esa única palabra en negro, contrastando con el fondo verde de la camiseta, y con un punto al final. Me pareció una persona interesante y me acerqué a él, preguntándole lo que siempre pregunto a todo el mundo: “Disculpa, ¿estudias aquí?”.

Su respuesta fue diferente de las demás. “Sí”, respondió, mientras seguía caminando. “Y tú me darás los libros, y luego me los quitarás”.

“Espera un momento”, le dije. Él se detuvo y se giró. Le pregunté si ya le habían ofrecido estos libros antes. Todavía molesto, me dijo que le habían entregado los libros varias veces, pero que cuando la persona que se los daba se enteraba que no podía hacer ninguna donación, se los quitaba. Yo le ofrecí los libros y le pedí disculpas. Le dije que estos libros no estaban a la venta.

Vaisesika das enseña este principio. Cuando alguien le pregunta: “¿Estás vendiendo estos libros?”, él le saca los libros de forma amable y le dice: “Yo me niego a vender estos libros”. Entonces le explica lo que hacemos y vuelve a darle los libros. De esa forma, se produce una interacción dulce, basada en una gran verdad de los libros de Srila Prabhupada. Muchas personas dan una donación. Algunos dan unos centavos, otros dan más. Cuando realizamos este servicio, no debemos preocuparnos por el dinero. Srila Prabhupada nos lo aseguró.

Después de pedirle perdón varias veces, mi nuevo amigo se disculpó por su brusquedad y continuó su camino.

“¿Leerás los libros?”, le pregunté. “Por supuesto”, me responidó.

Nuestro objetivo principal es dejar una buena impresión. A veces conocemos a personas que han conocido a otros devotos antes de que éstos recibieran un buen entrenamiento. Aquella mañana tuve la oportunidad de intentar reparar una relación y comenzar una nueva. Valió la pena haberle regalado algunos libros.

Muchas gracias.

 

Su servidor,

Harinama das

Categorías: Historias

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