Una señora con aspecto de actriz oriental y su hijo aparcaron su Porsche y pasaron por delante de mi mesa de libros. Me acordé de que los había conocido en el pasado, y que ella se había mostrado un poco arrogante, así que me hice a la idea de que no estarían interesados.

Cuando salieron de la tienda, caminaron directamente hacia mi mesa con una gran sonrisa. El niño llevaba un billete de 20 dólares en la mano y me lo entregó. La madre fue amable esta vez y parecía feliz de verme.

—¿Cómo estás? Toma, una donación. Me siento en deuda contigo —dijo ella. 

El niño puso el billete en la caja de donaciones. Recordé que le había vendido un libro un tiempo atrás, así que le pregunté si lo había leído.

—Lo he terminado —respondió él. 

—¿Qué libro era? —pregunté, sorprendido de que un niño de 11 años estuviera interesado en estos temas.

La ciencia de la autorrealización.

Le animé a llevarse un par de libros más. Eligió tres títulos, pero su madre le dijo que solo podía elegir uno. 

Le sugerí el Gita, y su madre preguntó por qué. 

—Es el libro principal, fue escrito hace cinco mil años. Contiene sabiduría espiritual. 

—¿Por qué a todo el mundo le gusta lo milenario, lo auténtico y lo antiguo? —respondió irritada— ¿Qué tiene de malo lo más moderno? ¿Por qué no nos olvidamos de lo milenario y vivimos solo en el presente?

Mientras pensaba en qué responderle, su hijo, Ali, intervino:

—Mamá, los animales viven así, en el ahora. Los humanos tienen que obtener sabiduría y orientación.

Su madre y yo nos quedamos sorprendidos, y estallamos en carcajadas.

—Cariño, ¿acabas de decir que soy un animal? —preguntó la señora.

—Lo siento mamá —respondió su hijo—. Es lo que dicen estos libros.

Mientras los vi alejándose, me quedé pensando que este niño realmente estaba leyendo los libros de Srila Prabhupada.

Su servidor,

Shastra Krit Dasa
Estados Unidos

Categorías: Historias

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