Íbamos de puerta en puerta por el pueblo de Turnov, en la República Checa. De pronto, hice sonar el timbre de una vieja mansión; nadie respondió, de modo que me dirigí a la siguiente casa.
Entonces escuché: «¿Hay alguien?». Y vi a una señora mayor mirando por la ventana.
Ella dijo: «Voy a abrir la puerta».
Tardó cinco minutos ir de la ventana a la puerta. Se disculpó: «Tengo casi ochenta años y Parkinson».
Le mostré el Primer Canto del Srimad-Bhagavatam, y exclamó: «Oh, mira es el Bhagavad-gita y el poderoso Arjuna con el sabio Krishna.»
Me dijo que había leído la Bhagavad-gita en su época de estudiante.
«Me interesaban mucho todos esos temas pero no tuve la oportunidad de profundizar. Así que voy a comprarte los libros». Se mostró muy agradecida y me dijo: «Por fin, antes de morir, podré comprender la Verdad Absoluta».
Por la tarde le traje un poco de prasadam y un incienso y le deseé suerte en su búsqueda de la Verdad Absoluta.
Otro día, llamé a la puerta de un estudio acupuntura. Un anciano abrió la puerta y me preguntó: «¿Lo has traído?»
«Por supuesto», fue mi respuesta, confuso por su recibimiento.
«Está bien. Muéstrame lo que me has traído».
Abrí la caja de libros, y enseguida se mostró de acuerdo en adquirir toda la colección.
«Sé que no has llamado a mi puerta por casualidad», me dijo. «Por eso te he recibido del modo que lo he hecho. Me gusta mucho la literatura espiritual».
Me dio un donativo muy generoso y me dijo que le llevara más libros en el futuro.
Su servidor,
Satya-karana Dasa
República Checa
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