Cuando tenía 21 años y viajaba por el mundo, los azares que acompañan a los viajeros me arrojaron a una recóndita finca Hare Krishna en el corazón de la Toscana Fiorentina. Allí conocí a estos seres brillantes. Me encantaron su compañía y sus mantras, pero lo que más me sorprendió fueron sus libros refulgentes escritos en sánscrito. Estos libros me parecían ignotos tesoros y, aunque no los conocía, me daba la impresión de que siempre lo había querido leer. No podía creer mi buena fortuna: estaba en la escuela a la que siempre había querido ir y no sabía que existía, una escuela basada en la compasión de un maestro. En efecto, me quedé admirado de que fuera gratis en el planeta del lucro.

Con el tiempo, mi fe en los libros de Prabhupada fue creciendo naturalmente y, como sankirtanero, siempre consideré que la vibración sonora del devoto puro se encontraba agazapada en ellos. Sus textos son trascendentes al lodo de la cotidianidad e incluso a las incapacidades del lector. Sus páginas son la condensación del batido de las alas de Garuda. Estos libros son bombas de tiempo sembradas en el vientre de un mundo ilusorio y el sacrificio ideal para esta era de hierro. La fe en los libros de Prabhupada se puede obtener incluso en la infancia: mi hijo de 4 años, por ejemplo, le pidió a su mamá que leyera en voz alta El libro de Krishna para que sus abuelos escucharan y entendieran por qué no se deben matar animales y comérselos.

Creo que todos los devotos deberían invertir en los libros: con su dinero, su tiempo y su fe, sabiendo que esta literatura espiritual está liberando al mundo. ¿De qué manera? No lo sé exactamente, pues sigue caminos misteriosos; pero cada día veo indicios de su poder. Tan solo ayer vino a buscarme un chico, un estudiante del doctorado de genética, que cierta vez en la casa de un amigo había leído algo del primer canto del Srimad-Bhagavatam. Parece que esa lectura tocó profundo su corazón y le abrió un boquete de luz a su nublado día. Un tiempo después, encontró una publicación del Srimad-Bhagavatam que divulgué en internet y viajó más de 200 kilómetros para verme. Estaba muy feliz y compró el Srimad-Bhagavatam completo y el Bhagavad-gita. El poder de estos libros es insondable y cada día tenemos la oportunidad de sorprendernos y ver indicios, muchos y variados, de que la literatura de Prabhupada está aquí para sostener el viaje de la humanidad por muchos milenios a seguir. Asistimos hoy al inicio de esta era de oro y servimos como vehículos para su expansión.

Hare Krishna.

Nrisimha Kripa Dasa
(Vice-director BBT México y Centro América)

Categorías: Comunicados

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