El Príncipe Harry, el nieto de la Reina Isabel (Inglaterra), visitó recientemente Nueva Zelanda y sus alrededores. Su viaje culminó en Auckland y participó de un partido de fútbol con el equipo juvenil de Nueva Zelanda en el Cloud Building. Cuando salió del edificio, una multitud estaba esperando para poder verlo, sacarle una foto, o incluso estrecharle la mano. Sin duda, la gente tenía un gran sentimiento de admiración por el príncipe.

Siendo un antigua ciudadana británica, he visto a la familia real asistir a misa cada domingo en el Windsor Castle. Mi hermano fue miembro del coro de la Reina hace treinta años. Harry no debía te tener más de cinco años en aquella época. Más tarde, cuando yo tenía diez años, tuve un breve encuentro con la familia en el Windsor, pues me dieron la oportunidad de regalarle un ramo de flores a la Reina. Ella lo recibió cordialmente y me dijo: “Muy bonitas”.

Y ahora, treinta años más tarde, junto con otro miembro del Movimiento Hare Krishna, recibí la oportunidad de conocer a otro personaje de la realeza. Pero esta vez quería marcar la diferencia.

Agarré un Bhagavad-gita de Prabhupada y planeé lo que le diría si tuviera la oportunidad de dárselo. Cuando Harry salió del Cloud, dedicó algunos momentos y unas palabras a cada persona que salió a su encuentro, estrechando sus manos y sacándose fotos con ellas. Una mujer le pidió que le firmara un autógrafo en una foto de Lady Diana, su difunta madre.

Mi amiga Munjaranya Dasi, que estaba en la fila del otro lado, entregó una copia de Chant and be Happy en las manos del Príncipe y recibió un apretón de manos. Debido a la multitud, pensó que él ni siquiera la vería, pero cogió el libro cuando le escuchó gritar: “¡Harry, este libro es para ti!”.

Aunque yo me encontraba al otro lado, oré para que él viniera a nuestro encuentro. Para nuestra alegría, la Superalma lo guió directamente hacia donde yo estaba. Empecé a ir al frente de la multitud y me enfoqué en darle un libro sobre el Señor Krishna. Estaba agradecido y contento de conocerme. Le conté con entusiasmo el encuentro que habíamos tenido treinta años atrás en el Windsor Castle.

Parecía sorprendido de verme tan lejos, en Nueva Zelanda, y le mostré el libro por el que había decidido irme del Reino Unido.

“Es mágico”, le dije. “Por favor, léelo también”.

Estrechó mi mano educadamente y recibió el libro.

Más tarde, leí en una entrevista que el Príncipe Harry compartirá los regalos que recibió durante su visita reciente en Nueva Zelanda con su familia en el Reino Unido. Esperamos que lean alguno de los libros.

Su servidora,

Sandrananda Dasi
Nueva Zelanda

Categorías: Historias

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