Era el año 1996. Me encontraba en Praga y se suponía que tenía que estar distribuyendo libros, pero por desgracia no contaba con el ímpetu necesario para acercarme a nadie. Pasado un rato empecé a enfadarme conmigo mismo.
«¿Cómo es posible que estés aquí sentado mientras toda esa gente que pasa está buscando esos libros que tienes en las manos? ¡Haz algo!»
Por fin, conseguí recomponerme y le enseñé un libro a un joven que se apresuraba en dirección a su trabajo. Mostró interés en los libros, así que me invitó a ir a su tienda, una tienda de regalos alternativos repleta de objetos de artículos orientales e indios. A sus dos socios también les gustaron los libros, pero ninguno mostró interés en comprarlos.
Les mostré una ilustración del Srimad-Bhagavatam en la que aparece el Señor Vishnu montado sobre Garuda, y empecé a narrar una historia sobre el Señor Vishnu.
De repente uno de los ayudantes de la tienda dijo, «¡Mira, si parece la nuestra!» Me llevaron al piso superior donde tenían una estatua cubierta con una tela. Uno de ellos descubrió la figura, y allí estaba: el Señor Vishnu montado sobre Garuda, preparado para lanzar el disco sudarsana.
Yo grité, ¡«Vishnu!» y me postré.
Alguien entró en la tienda, y los dueños bajaron para atenderle. Me quedé un momento solo con el Señor y le rogué Su misericordia para distribuir algunos libros a aquella gente. Regresaron y me dijeron que era la última oportunidad de verle porque una niña de doce años lo había comprado y esa noche iban a llevárselo.
Con entusiasmo renovado les volví a mostrar los libros. Esta vez se mostraron más interesados. El Señor fue muy misericordioso, y tomaron diecisiete libros entre todos. Así que la jovencita no fue la única que se llevó a su casa al Señor aquella noche. Los dueños de la tienda también se lo llevaron a sus casas en Su forma de Srimad-Bhagavatam, la forma en la que reside en millones de casas de todo el mundo.
Su servidor,
Padmamali Dasa
(República Checa)
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