Mientras distribuía libros en el programa Guerreros de fin de Semana en el barrio de Kingston, en Londres, conocí a un hombre de nacionalidad africana que parecía algo desaliñado, un poco despeinado. Me dijo: “Tengo vuestro Bhagavad-gita tal como es“.

“Eso está muy bien”, le respondí. “¿Lo ha leído?”

“Estoy leyéndolo”.

Entonces le mostré el libro “Veda“, diciéndole: “Esta es nuestra última publicación. Es un libro preparatorio”. Le mostré el índice de contenidos y algunas ilustraciones. Se mostró bastante impresionado y tomó uno.

También el di un folleto sobre un programa que íbamos a celebrar el próximo viernes.

El viernes apareció y estaba irreconocible: el pelo perfectamente cortado, ropa limpia. Casi no lo pude reconocer.

Me recordó nuestro encuentro en Kingston y me mostró su copia de “Veda,” mientras decía: “Lo leo cada día como mi libro cotidiano de sabiduría”. Había subrayado algunas secciones y otras las tenía marcadas con unas pegatinas en forma de estrella. Me contó: “Cada día leo un capítulo, y aquellos párrafos que me gustan los vuelvo a leer antes de irme a dormir”.

Le hablé de nuestro Desafío Hare Krishna, que consiste en cantar una ronda cada día a lo largo de toda una semana. A los que participan les damos un rosario de cuentas, que pueden devolver la semana siguiente o pueden seguir cantando. Se sumó al desafío vehementemente.

Le invité a la Fiesta de los domingos en el templo y acudió. Tomó prasadam, oyó la clase y preguntó si podía quedarse con el rosario de cuentas pues le estaba gustando el desafío.

Deseamos recibir las bendiciones de todos los distribuidores de libros congregados, y así conseguir este año un extático maratón de Prabhupada.

 

Vuestro sirviente,
Sundar Nitai dasa
Londres

Categorías: Historias

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