Querido Shyamasundara,
Hace tres años te encargué unos mapas atrológicos para saber cómo encontrar mi camino espiritual y mi guru. Te elegí al azar, sin tener en cuenta que estabas “al servicio de Sri Sri Rahda Govinda”, nombres que en aquel entonces no tenían ningún sentido para mí. Medité en tus palabras de advertencia: “Cuidado con los gurus falsos”. Además de este consejo, me enviaste una copia del Bhagavad-gita tal como es. Yo ya me lo había llevado unos diez años atrás de la biblioteca con la intención de aprender yoga, pero lo devolví porque mi corazón es amargo y no quise absorber los significados de Srila Prabhupada. Volví a leer los Gitas de losmayavadis y otros libros similares, permaneciendo muy infeliz y perdida. Cuando recibí tu Bhagavad-gita tal como es en septiembre de 2004 lo comencé a leer cada noche durante dos años, y en el verano del año 2006 comencé a cantar el maha-mantra por mi cuenta.
Entonces, el 15 de agosto decidí que había llegado el momento: necesitaba escuchar el maha-mantra de la boca de un Vaisnava puro, tal como aconsejaba Srila Prabhupada. Me enteneré que había un centro en la 26 Second Avenue y viajé durante dos horas en tren, sin saber lo que me esperaba. Llegué empapada en sudor y con el corazón latiéndome muy deprisa. Me recibieron dos brahmacaris y por primera vez me senté a participar de unkirtana.
Me cuesta describir lo que sentí en el cuerpo y la mente mientras escuchaba el maha-mantra. Todo el dolor y el miedo desaparecieron, y sentí que me sostenían los brazos de alguien que me quería mucho, muchísimo. Continué asistiendo a los programas del templo, y cuando me preguntaron cómo había llegado allí les conté que fue a través de ti. Estoy en deuda contigo, porque gracias a tu misericordia combinada con la de Krishna y Srila Prabhupada, el Bhagavad-gita llegó a mis manos de nuevo. Esta vez fui un poco más inteligente y pude entender y seguir la conciencia de Krishna.
.
Su aspirante a sirviente,
Camille
0 comentarios