Recientemente tuve la oportunidad de visitar Baltimore, Maryland (EEUU), y participar en la American College and Research Library Conference de este año. Miles de bibliotecarios de las universidades en Norteamérica visitan el evento en busca de libros nuevos. Sura Dasa, un veterano en la distribución de libros, y yo viajamos desde Los Ángeles. Juntos experimentamos varias sorpresas.

El primer día empezó bastante flojo, pues prácticamente nadie se estaba llevando libros. Comencé a sentirme inquieto y decidí salir a dar un paseo afuera. Mientras cantaba japa, súbitamente escuché un «¡Haribol!» de alguien que no había visto nunca. Él conocía la conciencia de Krishna y estaba decidido a retomar la filosofía y las prácticas. Era el bibliotecario de la Universidad de Berkeley, en Nueva York. Le dije que teníamos un puesto de libros del Bhaktivedanta Book Trust en el evento, y él no podía creer que estuviéramos participando. Me dijo que nos buscaría más tarde.

Tuve el presentimiento de que Krishna se traía algo entre manos.

Un tiempo después, una señora de mediana edad se acercó a nuestra mesa, y mientras conversábamos reparé en el colgante de su collar. ¡Era el Señor Krishna tocando la flauta! Le pregunté si sabía quién era. Ella respondió:

—Es el Señor Krishna. ¿Has oído hablar de Él?

—Sí, sé un poco sobre el tema.

Ella ni siquiera había oído hablar de ISKCON antes, y estaba encantada de saber que existía una sociedad totalmente dedicada a las enseñanzas del Señor Krishna. Reveló que enamorarse de Krishna era lo mejor que le había pasado nunca. ¡Le mostré el Srimad-Bhagavatam y se lo llevó! Y el bibliotecario que estaba a su lado se interesó y también se llevó una colección.

Unos minutos después, el joven que había gritado «Haribol» regresó y dijo que no podía dejar de pensar en nosotros. Su corazón no paraba de decirle que se llevara la colección del Bhagavatam. Incluso mencionó que había tenido un día terrible hasta el momento de encontrarnos, y cómo ahora se sentía alborozado y agradecido. Fue increíble verle llevarse una colección entera de libros.

A partir de ese momento, Krishna abrió las puertas para dejar que los milagros ocurrieran. La gente comenzó a acudir a nuestra mesa y llevarse libros; fue maravilloso ver como Krishna había encendido el interruptor. Me lo pasé muy bien experimentando la magia de Krishna, y por ello me siento muy agradecido. Distribuimos unos 250 libros y espero que algunos de ellos vayan a las bibliotecas de las universidades.

Su servidor,

Jaya Chaitanya Dasa
Estados Unidos

 

Categorías: Historias

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