He estado realizando sankirtana en Asheville, Carolina del Norte, durante 3 semanas (junto a un matrimonio de devotos).

En el centro de la ciudad, mientras caminaba por las calles, vi a un hombre cruzando la calle, y aunque él casi había llegado al otro lado, lo llamé: “¡Permiso, señor!”.

Él se giró hacia mí, como preguntándose “¿Yo?”.

Yo asentí y él sonrió educadamente, acercándose hasta mí.

“Soy una instructora de yoga itinerante, y me gustaría realmente mostrarle estos libros”.

Le entregué el Srimad-Bhagavatam y comencé a explicarle un poco acerca de la filosofía, dando lo mejor de mí misma. Para terminar, le pregunté cual era su camino. Él se mostraba abierto y parecía ser muy honesto, y me explicó que acababa de salir de rehabilitación, vivía en una casa de recuperación y estaba yendo hacia el bar para su última dosis. Era un alma muy sincera, con apenas 20 años de edad. Cuando dijo que estaba preparado para suicidarse lo sentí como una puñalada en mi corazón.

Le prediqué durante media hora más o menos, y le di mi teléfono al despedirnos. Se llevó un Ciencia de la Autorrealización y me entregó la mitad del dinero de su bebida como donación. Oré para que recordara a Krishna, y al día siguiente recibí un mensaje suyo en mi celular, diciendo que nuestra reunión había salvado su vida. Arreglamos un nuevo encuentro en ese mismo día.

Unas horas más tarde nos encontramos en un lugar con sombra para sentarnos, y tras conversar un poco leímos algunas páginas del Ciencia de la Autorrealización. Di lo mejor de mí misma al predicarle. Me enteré que él se había planteado seriamente quitarse la vida en la noche anterior, y que incluso había escrito una carta de suicidio. Sus planes cambiaron tras encontrarnos, dijo él, que había entrado para Alcohólicos Anónimos y leído el Ciencia de la Autorrealización.

Era un alma muy especial. Tengo poca habilidad para predicar, así que le pedí que cantara Hare Krishna. Cantamos juntos y él se puso muy feliz. Al día siguiente me envió un mensaje diciendo que había continuado cantando y que estaba muy ansioso por encontrarnos nuevamente. Cuando nos volvimos a ver me hizo varias preguntas. Había cantado y oído kirtanas en Youtube durante toda la noche, y dijo que no conseguía sacarse elmaha-mantra de la cabeza.

Le invité a venir el domingo al auto que utilizábamos para almorzar. Arya Siddhanta prabhu, nuestro líder, realizó una prédica nectárea, y Chandranana, su esposa, y yo preparamos el almuerzo. Siddhanta le hizo varias preguntas y sintió que él era muy especial. Incluso le invitó a unirse a nosotros e ir a Bonaroo, y desde ahí a nuestra base. Él quería, pero no estaba seguro.

“Puedo sentir que ustedes tienen algo, y yo lo quiero”, dijo.

Se sintió inspirado por la vida que llevábamos de “monjes viajeros” y por la satisfacción espiritual genuina que sentíamos. Tomó prasada, participó del kirtana y al salir se llevó un kanti de Tulasi, un Bhagavad-gita, un poco de prasada y una japa mala (la cual deseó haber tenido en la noche anterior mientras cantaba).

Al día siguiente partimos para Tenessi, y no conseguimos despedirnos de él, pues el hogar en el que vivía le había confiscado el celular por sus pensamientos recientes. Me consolé al recordar que todo es un arreglo de Krishna. Nos hablamos en aquella noche y me dijo que su mente había estado concentrada durante todo el día. Había leído, cantado y orado para tener alguna experiencia, alguna señal de que debería unirse a nosotros, pero que Krishna no se había revelado.

Incluso había buscado en Google: “¿Y si estás cantando Hare Krishna y no está funcionando?”, y leyó a Srila Prabhupada diciendo que debía ser determinado. Conversamos sobre el humor correcto a la hora de cantar y orar por servicio devocional, y él escuchó sumisamente.

Humildemente pido a todos los devotos que hagan una oración por este nuevo bhakta: que sea determinado en el canto y la lectura de los libros de Srila Prabhupada para que pronto se una a nosotros en la adoración del Señor en uno de Sus templos.

¡Toda gloria a Srila Prabhupada!

 

Su caída y perezosa sirvienta,
Bhaktin Olivia

Categorías: Historias

0 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.