Recientemente, en la Calle Queen, en el centro de Auckland (Nueva Zelandia), apareció un rostro familiar. Durante sankirtana esta es una experiencia muy común, pero… ¿quién era él?

A medida que conversábamos, los tres meses anteriores comenzaron a ser más nítidos en mi mente.

Sarav, un joven nepalés, profesor de inglés, era astuto y gentil. La primera vez que nos encontramos conversamos profundamente, pero al presentir que no se llevaría el Gita ese día, le di un panfleto de nuestro centro y le pregunté si podríamos continuar conversando durante la cena.

Más tarde, en nuestro encuentro más reciente, me dijo: “¡Ah! El Bhagavad-gita… Quiero uno”.

Comenzamos a caminar en dirección al cajero electrónico. Él me explicó que desde nuestro primer encuentro, tres meses atrás, él había cambiado. Estaba leyendo una copia del Gita que había tomado prestada en la biblioteca. Cuando me entregó una generosa donación por el libro, me quedé más intrigada todavía en saber qué es lo que le había echo cambiar… Y su historia es mágica.

“Después de encontrarnos, mi bisabuelo, a quien nunca conocí o vi en mi vida, apareció en mi sueño y me dijo que nuestra familia se estaba quedando sin vida espiritual, y que nuestro deber era hacer algo al respecto: leer el Bhagavad-gita e ir una vez por semana al templo de ISKCON”.

Así que tras contarle el sueño a su madre, decidió que tenía que seguir las instrucciones de su bisabuelo tal y como él se las había transmitido.

 

Su sirvienta,
Gokula Lila devi dasi

Categorías: Historias

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